En cuanto a mí, cada segundo que estuve encima de esa bestia gigante de masa muscular disfrutando de una polla monstruosa se peló de una capa de mi piel. Toda esa garganta profunda, y fue un momento salvaje. Mis tetas se sacudieron, mis labios vaginales picaron y... tuve un orgasmo. ¡Qué emoción!.