Una dominante recibe a una rubia sumisa atada y amordazada, llenando sus agujeros con la bestia de su polla. Extremadamente magullada y sangrando por sus heridas, lucha por caminar, su vestido abriéndose de golpe y revelando sus pechos desnudos y masivos expuestos, acostados allí, literalmente, para que yo los provoque y burle, con mi cara apenas asomando por el agua creciente del río.